Idiomas: Alemán, InglésNacionalidad: Austria, con residencia en Paraguay desde 2012Fecha de nacimiento: 5 de diciembre de 1975Casado, un hijo y una hija
El 5 de diciembre de 1975, nací en el seno de una familia muy cristiana. Dos hermanos mayores y yo crecimos en la libertad de la vida rural y bajo la educación de padres fieles de la Iglesia Nueva Apostólica. Experimenté una infancia muy protegida y sin problemas. Me bautizaron cuando era bebé y en los años siguientes me inculcaron el amor de Jesús a través de su ejemplo consistentemente bueno en todas las cosas, ya sea en la vida terrenal en nuestra granja de montaña, en el trabajo por mi alma, o en la caridad activa. Me enseñaron temprano a orar, por lo cual estoy increíblemente agradecido.
Alrededor de los 15 años, cuando la imprudencia infantil debería desaparecer y uno debería estar listo para tomar decisiones más importantes, llegó el momento de mi confirmación, cuando debería ser responsable de mi propia vida espiritual. Recuerdo que los años anteriores en la iglesia fueron muy hermosos y armoniosos y a los niños les enseñaban las historias bíblicas, tanto en casa como por los maestros de la iglesia. Desde muy temprana edad aprendí a alabar a Dios cantando y esto me llevó a un deseo creciente de participar en el coro de la iglesia, en el cual fui aceptado antes de mi confirmación.
Al avanzar en edad y al salir de la infancia protegida y tranquila de la granja rural, más me acercaba al “mundo”. Como todo el mundo, conocí las ventajas y bellezas del mundo y probé varias cosas. Habiendo escapado de la mano estricta de mi madre y crecido sobre su cabeza, simplemente ya no escuchaba con mucha atención cuando recibía buenos consejos de ella. Uno quería ser independiente. Nunca caí en el hábito de fumar, pero me gustaba el alcohol y rápidamente aprendí a pasar la noche en los bares. Si pudiera haberme graduado en estas “materias”, sin duda habría sido uno de los mejores.
Aunque personalmente pude lidiar bien con este vicio, mi naturaleza vivaz, abierta y convincente me llevó a seducir a muchos de mis amigos también en esa época, que eran casi exclusivamente hermanos y hermanas en la fe. Ellos me miraron y me “siguieron”. Yo era muy bueno en eso, y desde esa perspectiva, era en ese momento un siervo de Satanás de primera clase, lo cual, desafortunadamente, sólo entendería mucho más tarde. ¿Qué tipo de daño debí haber causado? Pero en ese momento a mis amigos y a mí nos gustaba mucho ese estilo de vida.
Sin embargo, siempre fui consciente de quién era y de qué fe tenía que dar testimonio. Aunque los sábados de noche fueran largos, la visita a la iglesia el domingo siempre estuvo anclada en mi corazón como el tiempo con Dios. Nada me hizo perder este tiempo, incluso si las horas de descanso nocturno se podían contar con una mano. Por supuesto, ¿cuánto podría recibir del sermón en esos días? Sin embargo, había algo en mi corazón que me hizo sostener a Dios en alto.
En aquel entonces pensaba que era un cristiano normal y bueno—quizás hasta un cristiano muy bueno—porque en el transcurso de mi tiempo en la Iglesia Nueva Apostólica tenía muchas obligaciones y ocupaba muchos cargos. Fui asistente de jóvenes y más tarde líder de jóvenes de la congregación, trabajé durante muchos años en el Foro Internacional de la Juventud, que asesoró al liderazgo internacional de la iglesia en el cuidado de los jóvenes; fui entrenado como uno de los directores del ministerio y se me asignó el cargo de diácono (que incluía ser llamado a predicar en los servicios de la iglesia) sólo para nombrar algunas de las tareas. Pero pronto me iba a dar cuenta de que mi fe y mi estilo de vida en ese momento no honraban a Dios.
Después de 2001, cuando me hice cargo de la granja de mis padres, gestionándola con gran placer como persona amante de la naturaleza, equilibrándola con mi vida profesional, mi estilo de vida “despreocupado” comenzó a cambiar poco a poco. Comencé a reconstruir o renovar la granja y a hacer algunos cambios importantes en el paisaje. Dios me “ocupó” a partir de entonces con todas estas responsabilidades, de modo que mi estilo de vida disipado fue puesto en orden. Dios también permitió algunos “desastres”, que para mí fueron eventos dramáticos y que en muchos sentidos me acercaron a Dios. Durante este tiempo empecé a estudiar la Palabra de Dios más de cerca, y les hice muchas preguntas a mis “apóstoles” de ese tiempo, pero muchas respuestas sólo me hicieron más preguntas para las cuales no entendería el verdadero significado hasta mucho más tarde. Cada vez más busqué respuestas en Internet. Sin embargo, todavía estaba muy involucrado en mi sistema religioso en ese momento.
Todavía no sabía lo cerca que estaba la venida de Jesús, así que surgió el deseo de formar una familia. Mi petición de mostrarme “la correcta” fue respondida en julio de 2008, cuando conocí a mi esposa Regina. Desde el principio, teníamos claro que queríamos pasar nuestras vidas juntos. Regina todavía era miembro de la Iglesia Católica Romana en ese momento, pero no se oponía a probar la fe que yo tenía entonces, y asistió a los servicios de la INA conmigo. Pronto hubo un deseo de tener hijos. Aunque ya estaba estudiando mucho las diferentes creencias en Internet y en la Biblia más o menos cuidadosamente, todavía estaba demasiado apegado a la fe antigua y tradicional de mis padres, y bautizamos a nuestro hijo recién nacido lleno de alegría en la INA, como es la costumbre.
Pero el año 2010 sería el año en el que daría un paso gigantesco hacia la verdad y marcaría el rumbo de mi futuro. Pronto me di cuenta de que incluso dentro del liderazgo de la INA, había diferentes puntos de vista sobre la doctrina. Esto me impulsó a revisar todos nuestros credos y enseñanzas en ese momento, lo que me llevó un tiempo. ¡Comencé con los Diez Mandamientos, y luego me tropecé con el segundo y cuarto mandamientos! ¿Adónde había ido el segundo mandamiento detallado? ¿Quién lo había borrado de los Diez Mandamientos enseñados en las conocidas iglesias cristianas? ¿Y qué hay del sábado? ¿Por qué debería dejar de ser así? Ya es obvio que el siguiente paso fue reconocer la validez del sábado, y rápidamente se llega a la Iglesia Adventista del Séptimo Día (ASD). La primera vez que me encontré con los escritos de Elena G. de White, y el primer libro que leí con un apetito voraz fue El Conflicto de los Siglos. A partir de ese momento, fue a mediados de 2010, el cielo se abrió para mí, y Dios permitió que las corrientes de agua fluyeran con un conocimiento que no era nada nuevo para los adventistas. ¿Cómo podría no haber encontrado esta comunidad de fe hasta ahora? Cuanto más comparaba mi fe con la que encontré en la iglesia de los Adventistas del Séptimo Día, más se desmoronaban los cimientos de mi fe. En pocas semanas quedé devastado y apenas podía orar, porque una oración que no se pronunciara “en espíritu y en verdad” no tendría el efecto adecuado. ¿En qué había creído en los últimos 35 años? ¿Estaba todo mal? Y surgió en mí la terrible premonición de que tarde o temprano tendría que abandonar “mi” iglesia. Luego, en el otoño de 2010, busqué en Internet un calendario lunar y me encontré con un gran oponente de nuestro ministerio actual, Sascha Stasch, porque en ese momento estaba interesado en el verdadero calendario de Dios y en el sábado. Al mismo tiempo, me encontré con John Scotram y sus artículos. Él también explicaba el calendario de Dios. Todavía recuerdo muy bien esas dos largas semanas que me desgarraron. Podría decirse que fue una trampa de Satanás, porque si hubiera tomado la decisión equivocada aquí, probablemente habría tomado otro camino. Pero Dios también había permitido esta prueba para que yo nunca más cuestionara este tema del verdadero calendario de Dios. Inmediatamente después, estudié con voraz deseo la presentación de Orión y dibujé yo mismo el reloj de Dios en mi programa CAD. Todo sonaba demasiado bueno para ser verdad. Pero el Espíritu de Dios respondió al buscador y la convicción de que yo debía haber llegado a la verdadera fuente de luz estaba impregnándome. El reloj de Orión me reveló los graves errores que habían entrado en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y en cuestión de horas supe que la Iglesia Adventista del Séptimo Día era la iglesia del juicio de Dios, pero era apóstata. El 22 de diciembre de 2010, mi “apóstol” me dio la última respuesta a una pregunta decisiva mía, y resultó que también había diferencias en la enseñanza entre los ministros y esta respuesta era completamente contraria a lo que ya había aceptado como verdad. Ahora tenía suficiente convicción de que...
El 23 de diciembre de 2010 escribí a mi actual amigo John Scotram por primera vez y desde ese día, varios miles de correos electrónicos se intercambiaron hasta que lo viera cara a cara. Fue el comienzo de una amistad profunda y especial hasta el día de hoy. Y ahora era el momento de compartir mis descubrimientos y mi nueva fe con mi familia y amigos aún más plenamente. Pueden imaginar que un mundo se derrumbó para ellos. “¿Qué le pasó a nuestro hijo?” “¡Ahora está loco!” También llegó el momento en que tuvieron lugar las primeras conversaciones con los líderes de la iglesia, cuando expresé públicamente mis “dudas” sobre las enseñanzas de la INA y finalmente abandoné la iglesia con mi hijo. Había empezado a vivir lo que había aceptado como verdad. Nunca pensé que fuera posible que el mensaje pro- salud del Señor y el día de adoración pudieran realmente separar a la familia y a los amigos, pero eso fue exactamente lo que sucedió. Cuanto más guardaba el sábado, más se hacía claro quiénes serían mis verdaderos amigos. Sólo uno de ellos y su pequeña familia guardaron el sábado conmigo y pudimos comenzar una pequeña iglesia en la casa el sábado, al menos hasta que más tarde yo hiciera un viaje muy largo y distante con mi familia.
El mensaje recientemente reconocido del cuarto ángel de Apocalipsis 18 me atravesó a mí y a mi esposa, con quien pude casarme mientras tanto. El deseo de dar finalmente testimonio de la verdad por inmersión se convertiría en realidad. Aunque antes traté de ser bautizado en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, esta puerta fue cerrada de golpe porque no oculté mi creencia en el mensaje de Orión, que ellos rechazaron. Y así, en la primavera de 2012, mi pequeña familia fue a Paraguay a encontrarse personalmente con el mensajero de Dios y a bautizarse de nuevo. Después de otra pausa semestral, que utilicé en Austria para proclamar el mensaje en todas partes, fui llamado a Paraguay en noviembre de 2012 como uno de los cuatro evangelistas modernos. Por la guía amorosa de nuestro Dios, le estoy agradecido desde el fondo de mi corazón y ¡sólo Él merece la gloria!
Nunca ha habido una mayor efusión de la luz celestial durante toda la historia de la tierra que en los últimos nueve años. ¡La lluvia tardía ha caído! ¿Te has sumergido?
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